UN MONUMENTAL RETABLO... EN PIEDRA

del blog de SFC Arquitectura


La portada principal de la Iglesia de Corral de Almaguer, fue construida en la primera mitad del siglo XVI, perteneciendo al estilo conocido como plateresco. Dicha corriente artística, se caracterizó por una decoración prolífica en los edificios donde, la fachada en general y la portada en particular, se convierten en el elemento más importante.


En el caso que nos ocupa, la portada de la iglesia se concibe como una estructura propia cuya principal misión es desarrollar el programa iconográfico que en ella se representa, creando una especie de monumental retablo en piedra.

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PRIMER CUERPO

Situado en la parte inferior de la portada, se corresponde con un basamento formado por sillares bien labrados sin elementos ornamentales. Esta ausencia de elementos decorativos responde a cuestiones prácticas, ya que por su altura, es más susceptible de sufrir daños relacionados con la acción de la humedad y el tránsito de personas.
Más elevada en altura, nos encontramos la segunda mitad; en la actualidad se encuentra muy deteriorada y sin apenas ornamentación, aunque en su día, sí contó con ella. Este primer cuerpo se ve rematado por una cornisa formada por varias molduras sobre la que se apoya el siguiente nivel.

SEGUNDO CUERPO

El segundo cuerpo es mucho más rico en cuanto a ornamentación e iconografía religiosa se refiere. En el centro, encontramos un arco de medio punto formado por once dovelas decoradas, que surgen a partir de la línea de imposta. El tercio inferior de las mismas, muestra un elemento típico del plateresco como es un ribete o cenefa, decorado con querubines y elementos vegetales. El intradós del arco refleja igualmente una decoración vegetal. En la zona superior de esas cuñas de piedra, aparecen once figuras anónimas diferentes, destacando la central correspondiente a la clave; dicha figura se ha identificado con la del Apóstol Santiago, titular de la Orden a la cual pertenecía Corral de Almaguer en la época.

Bajo la línea de imposta se muestran las jambas, enriquecidas por una cenefa decorada con querubines, calaveras, cintas, libros y trofeos, elementos todos ellos típicos del Renacimiento. A la misma altura y a ambos lados, encontramos dos hornacinas coronadas por una concha o venera, elemento característico de la Orden de Santiago y elemento iconográfico que identifica al Apóstol; en la actualidad se encuentran vacíos, pero sabemos gracias al Libro de visitas de 1554, que en otro tiempo cobijaron las imágenes de Santa Apolonia y Santa Bárbara.

El conjunto central de la portada queda flanqueado a ambos lados por cuatro columnas, dos a cada lado, muy ricas en decoración y en cuyos intercolumnios aparecen dos hornacinas de mayor tamaño que las anteriormente descritas. Coronadas igualmente por una venera, en origen acogieron las imágenes de San Pedro y San Pablo, hoy desaparecidas.

Las enjutas están ornamentadas por dos relieves de David y Salomón que adaptan su posición al espacio triangular que queda entre el extradós, las columnas y la parte inferior de la cornisa. Aparecen con los atributos característicos, como es el cetro, muestra de su poder como reyes, y en el caso de David, aparece con un arpa, ya que es un rey al que se siempre se ha asociado con la música y la cultura.

El conjunto culmina en un entablamento compuesto por sillares ornamentados mediante imágenes de figuras humanas realizando diversas acciones, algunas sujetando medallones, destacando en el centro la figura de Santiago Matamoros.

TERCER CUERPO

Ya en el tercer cuerpo, la presencia de la Orden de Santiago se evidencia una vez más manifestándose en una gran venera o concha en el centro del conjunto. Está rodeada por una cenefa adovelada en cuya zona más cercana al trasdós no tiene ornamentación pero, en el interior, vuelven a aparecer querubines y motivos vegetales muy característicos del estilo plateresco. En el interior de la venera encontramos una imagen de Nuestra Señora de la Asunción con su iconología característica; es una imagen que destaca por la delicadeza de su labra y por su tamaño, ya que es la escultura más grande de toda la composición. Culminan la figuración dos ángeles en la parte superior de la venera, que se entremezclan con ornamentación vegetal.

Para finalizar, debemos destacar tres elementos que encontramos igualmente en esta parte de la portada; son los “candelieris” o candelabros, elementos característicos del plateresco. Situados uno a cada lado de la venera y otro en la parte superior, presentan una decoración vegetal simétrica y un tamaño destacable.