UNA JOYA RENACENTISTA EN PELIGRO de SFC Arquitectura

Comúnmente se considera que la piedra es eterna y nada más lejos de la realidad; puede ser más duradera que otros materiales utilizados en construcción, pero dependiendo de su propia naturaleza, su exposición a unas condiciones que distan mucho de aquellas en las que se formaron y de su mantenimiento, su duración será mayor o menor en el tiempo.
A continuación, describiremos de forma breve las formas de alteración que encontramos sobre la portada principal de la Iglesia Ntra. Sra. de la Asunción de Corral de Almaguer, comprobando que en la mayoría de casos, los daños están relacionados entre sí.

Las alteraciones que presenta el material pétreo de la portada son variadas y han introducido cambios en la piedra a nivel superficial e interno, manifestándose en:

  • Tonalidad cromática diferencial
  • Cambios en la textura superficial
  • Variación de su composición química
  • Alteración de sus propiedades físicas

Analizado el estado de deterioro actual y el grado de afectación en las diferentes zonas, hay que tener en cuenta que no todas las alteraciones implican daños irreparables, sino que son indicadores de la acción del ambiente y el paso del tiempo sobre la roca.

PÁTINAS
Junto con la pérdida de volumen de algunos elementos, las pátinas que cubren la superficie de la portada constituyen la alteración más visible dada su manifestación como cambios de coloración. Son películas o capas delgadas que no implican necesariamente que exista un proceso de deterioro, llegando en algunos casos, a actuar como protección de la superficie pétrea.
En general, podemos describir una pátina de envejecimiento que afecta a toda la superficie, mostrando una tonalidad desigual dependiendo de la zona. Así, se aprecia una decoloración en las zonas expuestas al continuo lavado del agua de lluvia, mientras que las áreas protegidas acumulan la suciedad que se ha ido depositando a lo largo del tiempo.
Conjuntamente, se puede apreciar la existencia de películas de carácter orgánico, de tonalidad variable desde el pardo oscuro hasta una rica gama de verdes, compuestas por organismos vivos (líquenes y musgos) que se desarrollan sobre los elementos más expuestos de la portada alterando la zona más superficial del soporte pétreo.
La presencia de estos organismos en sus diferentes variedades, indica un grado de humedad elevado en ciertas épocas del año y con ello, la posibilidad de daños importantes debido a la acción de los ciclos de hielo-deshielo que se producen en cualquier material poroso saturado; la afectación pasa de esa parte más superficial a alcanzar algunos centímetros provocando disgregaciones y pérdidas volumétricas que describiremos más adelante.


La cornisa que remata el segundo cuerpo tiene una función muy importante de protección y control de la escorrentía de lluvia en la portada, además de su papel puramente compositivo o estético. El deterioro que presenta, con una importante pérdida de volumen de sus elementos ha producido puntos de discontinuidad, alterándose consecuentemente los caminos recorridos por el agua y alcanzando a zonas que debían quedar protegidas, como es el friso inmediatamente inferior.


Similar importancia respecto a los elementos del tercer cuerpo, tiene el alero de cubierta. Su disposición con escaso vuelo, favorece las filtraciones de agua y una mayor exposición de los elementos inferiores; los volúmenes que por el mero hecho de sobresalir unos pocos centímetros interfieren en el flujo de lluvia, recogen la cantidad de agua correspondiente a su proyección, escurriéndola y arrastrando con ella la suciedad existente.

DEPÓSITOS SUPERFICIALES
Concurrente en algunas de las zonas descritas anteriormente, encontramos la acumulación, a través del tiempo, de polvo y excrementos de aves; el palomino, de gran acidez, acidula el agua de lluvia que los disuelve, produciendo un ataque muy agresivo.

DISGREGACIÓN
Este proceso, que supone una alteración química, implica el desprendimiento de material como consecuencia de la pérdida de coherencia entre sus componentes.
Está presente en gran parte de los elementos que integran la portada, aunque el grado de afectación es muy diferente dependiendo de la zona. Así, encontramos áreas afectadas por una erosión superficial de tipo pulverulenta que está provocando la desaparición de las formas originales; zonas afectadas por un proceso de arenización en el que las partículas componentes de la roca, han perdido su cohesión; y sillares que sufren descamaciones en una parte relativamente superficial o desplacaciones de diferente entidad con una importante pérdida de volumen, como podemos observar en estas imágenes.

EFLORESCENCIAS
Estas costras cristalinas de sales solubles se producen por los fenómenos de migración y evaporación de agua desde el interior hacia la superficie pétrea; se manifiestan en forma de capas de color blanquecino y su acción varía periódicamente en extensión y espesor como consecuencia directa de las variaciones climáticas del medio ambiente circundante.
Esta alteración ha provocado, en ciertos puntos de la portada, disgregaciones y picaduras de diferente entidad.
Cuando por la circunstancia que sea, dichas sales no pueden aflorar a la superficie, crean un fenómeno conocido como sub-eflorescencias, si se forman debajo de dicha superficie pero muy cerca de la misma; o cripto-eflorescéncias si se producen en secciones más internas de la roca. En estos casos, aparecen ampollas que acaban reventando las zonas más superficiales.

FISURAS
Estas alteraciones están presentes en elementos muy localizados del conjunto; su rango va desde las microfisuras inapreciables a simple vista hasta grietas de mayor entidad.
Las fisuras pueden ser inherentes a la roca, estar generadas por esfuerzos mecánicos o por los procesos de puesta en obra y colocación.
Presumiblemente, el origen de este tipo de daños no deriva de la falta de estabilidad del conjunto sino, en la mayoría de los casos, a tensiones producidas por los ciclos del hielo y a cambios térmicos. El hielo es un agente de agresión física ya que la transformación total o parcial del agua contenida en el interior de los poros o fisuras, implica un notable incremento de volumen que origina tensiones y presiones internas.
No debemos confundir este tipo de alteración con las juntas entre elementos que, en la mayoría de los casos, han perdido el material original que las rellenaba dejando a la vista las cuñas de madera que se emplearon en el proceso de colocación de las diferentes piezas.

INTERVENCIONES ANTERIORES
Resulta evidente aunque sólo sea por el color, que realizar reparaciones con mortero de cemento gris sobre una superficie como la de la portada, no es lo más adecuado. La aplicación de morteros cuyo aglomerante es el cemento sin un control adecuado de la dosificación empleada, puede dar como resultado un “mortero de restauración” que nada tiene que ver en cuanto a propiedades físico-mecánicas, mineralógicas y químicas, con las características de la piedra original.
Mención especial, también requiere el gran número de clavos, escarpias, tornillería, etc. que aparecen en las juntas entre piezas y, en algunos casos, incluso sobre las mismas.