Jesucristo recorrió el camino del calvario solo. Los que le seguían huyeron, menos su Madre y San Juan y mujeres valientes como la Veronica. Lo recorrió abrazado a la cruz, por amor a nosotros, sin rehuir del dolor y del sufrimiento, con el deseo ardiente de conseguirnos el perdón de nuestros pecados y la salvación de nuestras almas. Cristo nos quiere para Él, para que tengamos la felicidad plena que sólo Dios puede conceder. !! Y con mirarse se hablaron !! En el camino hacia el Calvario Jesús se encuentra con María, su madre; y María se encuentra con Jesús, su hijo amado, su predilecto, salido de sus entrañas. El intercambio de miradas es intenso, profundo, lleno de amor y de ternura; desde el silencio amante y compasivo. La mirada es el lenguaje más profundo e intimo entre los seres que se quieren. En este encuentro no hay palabras, la sola palabra es la mutua mirada que expresan el dolor intenso y profundo que hijo y madre viven. El dolor de la madre por su hijo ajusticiado, llevado al suplicio de la muerte, sin causa alguna; es profundo, indecible. El inocente, es condenado por los culpables, y la madre conocedora de la mentira que traman, asume desde la fe y el abandono el designo del Padre. La profecía de Simeón se ha cumplido: “una espada traspasará tu alma” Ahí cayó con su rostro en la tierra, goteando el sudor de su frente, con las rodillas raspadas y ensangrentadas. Oh qué no daría porque todo terminara en ese instante. Pero Jesús va sólo a mitad del camino, a mitad del camino hacia el Calvario. A pesar de estar agotado encuentra la fuerza para levantarse y continuar. La vida algunas veces nos pesa y nos tira al suelo sin energía ni fortaleza. La oración se seca. Parece que la alegría no existe. Somos tentados a darnos por vencidos en ese momento. Pero ahí no termina, la vida sigue. Todo lo que necesitamos hacer es estrechar nuestra mano al Señor, y él se acercará y nos tomará y nos levantará. Él tomará el peso de la cruz y nos ayudará a cargarla. Él caminará cada paso de nuestro camino con nosotros y cuando lleguemos al final él estará ahí esperando para darnos la bienvenida con los brazos abiertos. Nuestro Padre Jesus Nazareno que llevando sobre tus hombros la cruz, por la calle de la amargura caminas al Calvario para ser en ella clavado!
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